«20.Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. 21.Entonces él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño. 22.Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros.» 23.Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!» 24.Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» 25.Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.» 26.Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. 27.Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. 28.Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?» 29.Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración.»»
Marcos, 9 – Bíblia Católica Online
Estoy pasando un momento de oscuridad en mi vida. Trato de ser fiel a Dios, pero he desvanecido. He visto a mi alrededor injusticias cometidas. Esperando resolver mis problemas, me siento solo. Reniego a Dios. Dejé de rezar el rosario, la coronilla y leer la Palabra de Dios, ir a misa. El demonio se sonríe, se ríe y por fin resuena su carcajada dentro de mi corazón. Ha logrado alejarme de mi Padre.
El domingo en que resonó en las iglesias del mundo este Evangelio, me hizo sentir una gran sacudida. El demonio se va de mi corazón sólo con la oración del Señor, sólo si se lo permito al Padre. Le grito a Jesús: Tengo fe, pero dudo ¡Ayúdame!!
Me encierro en mí mismo, dejo correr tantos pensamientos, de mala gana recomienzo a rezar, a escuchar el Evangelio del día. Poco a poco, empiezo, primero a pedir perdón de rodillas a Jesús, a Jesús de la Misericordia, por dudar. Por haber desconfiado de Él.
Y hoy, la alocución previa al rezo mariano del Ángelus del Papa Francisco, me termina de sacudir. Parece que me está hablando a mí. Hoy domingo 26 de febrero, el Evangelio es de Mateo:
«1.Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. 2.Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. 3.Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.» 4.Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» 5.Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, 6.y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.» 7.Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.» 8.Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, 9.y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.» 10.Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.» 11.Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.»
Mateo, 4 – Bíblia Católica Online
El Papa dice que el diablo significa el que divide. Su nombre nos dice lo que hace: divide. Y es lo que se propone tentando a Jesús. El diablo quiere dividir a Jesús de su Padre, del Espíritu Santo. Francisco en sus palabras dijo que antes de ser tentado, Jesús, al recibir el Bautismo de Juan en el Jordán, el Padre le llama «mi Hijo amado», y el Espíritu desciende sobre Él en forma de paloma. De esta manera, afirmó el Papa, el Evangelio nos presenta las tres Personas divinas unidas en el amor. Y Jesús dirá, agregó Bergoglio, que ha venido al mundo a hacernos partícipes de la unidad que existe entre Él y el Padre. El diablo quiere separar a Jesús del Padre, quiere apartarlo de su misión de unidad para nosotros, señala el Pontífice.
El diablo prueba los tres venenos contra Jesús, para paralizar su misión de unidad»: Estos venenos son el apego, la desconfianza y el poder. Y hoy me identifiqué allí. Porque en ese momento de oscuridad mío, como me dijo mi guía espiritual (que corrí a buscarlo apenas tuve la lucidez de entender hacia dónde iba..) me dijo: … si estás atravesando un valle oscuro, ¡No temas! ¡El señor está contigo!¿Ánimo sigue adelante con tanta confianza en Dios!
Como dijo el Santo Padre, el diablo trata de envenenarnos a cada uno con el apego a las cosas, la desconfianza y la sed de poder. Tres «tentaciones frecuentes y peligrosas que el diablo emplea con el fin de dividirnos del Padre», y que trata de dividirnos, que no nos sintamos más hermanos entre nosotros, para llevarnos a la soledad y a la desesperación.
Y explicando este Evangelio, Francisco explica que Jesús vence las tentaciones, evitando discutir con el diablo y respondiendo con la Palabra de Dios. Cada vez que he visto la mano del diablo tentándome, me he dirigido a él, gritándole, enojado … no merece ni eso. Indiferencia absoluta. Simplemente, me apoyaré a la Palabra de Dios.
El diablo trata de disuadirme con apego a las cosas materiales, desconfiando del Señor y llamándome al poder. Nunca he tenido apego por las cosas materiales, ni mucho menos he soñado el poder. Pero el diablo ha usado la desconfianza, para que yo dude del Padre, de mi Señor. De Jesús. Y ha vuelto a ocurrir.
Jesús, dijo el Papa, no dialoga con el diablo, no negocia con él, rechaza sus insinuaciones con «las Palabras benéficas de las Escrituras». Citando tres frases que hablan dijo Francisco, de libertad respecto a las cosas, de confianza y de servicio a Dios. Tres frases opuestas a las tentaciones.
La libertad respecto a las cosas, la confianza y servicio a Dios, alejándome del poder, son la invitación de Dios para no discutir con el diablo, tratarlo con indiferencia, oponiéndome con fe, con la Palabra Divina. Sólo así podré defender esa unidad con Dios y conmigo. Podré combatir mis luchas espirituales que serán muchas más, pero es importante ir venciéndolas una a una, día a día.
Cuando se presente de nuevo ese vicio o tentación, cuando demostraré una vez más impaciencia, enojo… buscaré tu Palabra Señor, Palabra viva, para que allí me respondas. Y como aconsejo Francisco:
«Luego, cuando llegue la tentación», recitaré ese versículo que encontré, que me habla de mi tentación, de mi vicio, «lo recito, lo rezo confiando en la gracia de Cristo». Probemos, dijo el Papa, nos ayudará en las tentaciones, porque, entre las voces que se agitan dentro de nosotros, resonará la voz benéfica de la Palabra de Dios». Virgen María, acompáñame en mi lucha espiritual en este tiempo de Cuaresma. (reflexión anónima)