En su discurso de apertura de los trabajos de la Asamblea eclesial, el también arzobispo de Trujillo, Perú, agradeció “una vez más al Dios de la vida y a Nuestra Madre María de Guadalupe”, así como a todos los que hicieron posible este “encuentro virtual y presencial”, a los participantes y sobre todo, agradeció al Papa Francisco por “su cercanía y apoyo permanente”. Y recordó sus palabras, cuando se presentó la Asamblea, donde insistía en que “esta Asamblea debe estar junto al pueblo”.
Según el prelado peruano, “el sucesor de Pedro nos indica un espíritu que nos anima y un itinerario a seguir”, algo que se concreta en el caminar juntos. A la luz del Magisterio Latinoamericano, ve esta Asamblea como “una expresión del modo en que nuestra Iglesia continúa en su compromiso por vivir a plenitud los llamados del Concilio Vaticano II”.