Una anécdota con mi gran amigo y hermano Guille. En los últimos cuatro años que lo representé en Italia, siempre admiré en él su humildad. En sus fotos que me mandaba me decía, imagínate yo un hondureñito paseando por estos lugares monumentales, conociendo personas increíbles. Con toda su profesionalidad, su genio, su don de gentes, jamás se presentó con pre potencia, soberbia ni mucho menos. Y esta humildad suya lo hizo más grande aún.
En uno de sus viajes lo llevé a los Jardines vaticanos, después de haber asistido a una Audiencia General del Papa Francisco. Disfrutó y estaba feliz de poder asistir al evento del Papa y luego visitar estos bellos jardines.
Siempre me bromeaba porque estaba trabajando en el Vaticano. Por ejemplo, si teníamos problemas de comunicación por teléfono, tal vez decía que seguro tenía que ver el Vaticano…
En Semana Santa en una conversación nuestra me preguntó si ya estaba caminando en la procesión del Viernes Santo. Le dije que no que ese año, era un año pagano, nos íbamos con la familia al mar…
Su respuesta en el chat fue: Q barbaridà debería ser obligación para empleados del Vati!!!….. Pera q se dé cuenta el Papa.
Me hizo reír, y me contó que él estaba memorizando su parte de ¡Pilatos para el Vía Crucis! le dije, por qué ¿Pilatos?, bueno, es que la otra opción era Judas Iscariote…
O a veces le preguntaba qué estaba haciendo si estaba componiendo alguna canción, me respondía: Estoy haciendo mandados para la casa, ando en busca de Casabe. Y me envió luego la foto donde se ve entrando en casa con el Casabe Garífuna.
Siempre caminó con calma, ni siquiera en medio de un concierto, los nervios lo dominaban, siempre con calma resolviendo cada situación. A veces le pedía las partituras para que los músicos en Italia practicaran sus canciones. Yo soy un terremoto, haciendo mil cosas a la vez. Lo sacudían mis chat: Guille no se te olvide tienes que mandarme antes de venir a Europa….. esto y ….. esto ……. y esto….. trataba de seguir mi ritmo, me respondía, ok, si ya va…. Ya voy…. Al final todo llegaba…. Y todo salía de maravilla.
Guillermo es de todo su pueblo Honduras. Le pertenece a cada hondureño en Su País, y en la diáspora. Siempre, con su humildad y su sonrisa cálida, que inmediatamente te hacía sentir en confianza, para poder compartir con él, desde una foto juntos ¿hasta por qué no? Una copa de vino y charlar cualquier tema, porque dentro de él siempre existía esa curiosidad infantil, de querer aprender de los demás, de nuestras vivencias, nuestras experiencias y nuestros conocimientos. Porque como el mismo lo dijo, aprendía de cada uno de nosotros, éramos su fuente de inspiración. Siempre caminando por el mundo con su guitarra colgando de su espalda, y sus planes y proyectos bajo el brazo.
Seguiremos contando anécdotas de los amigos y quienes estuvimos cerca de nuestro Guillermo Anderson