El abuso contra los menores
La Asociación Iscom organizó en una sesión extraordinaria del curso de especialización que está preparando a partir de marzo, sobre la información religiosa, un encuentro con el presidente del Centro para la protección de los menores de la Pontificia Universidad Gregoriana, padre Hans Zollner. El sacerdote presentó a los periodistas presentes las líneas principales del próximo encuentro sobre la protección de los menores en la Iglesia, querido por el Papa Francisco, que se desarrollará en el Vaticano del 21 al 24 de febrero.
El padre Zollner dijo, que “No debemos ilusionarnos que este mal desaparecerá completamente después del encuentro en el Vaticano para combatir la pedofilia en la Iglesia, pero si se escuchará de verdad el dolor de las víctimas de los abusos por curas, no se podrá permanecer indiferentes”.
“Quien escucha verdaderamente el grito de ayuda que viene de una de estas víctimas, subrayó Zollner, el llanto, las heridas de la psique, del cuerpo, del corazón y de la fe, se transforma, no es más el mismo” y este es uno de los instrumentos principales para hacer comprender a los representantes de la Iglesia. Se trata, de una etapa de un largo camino por cumplir, pero claro, dijo, “tenemos la ocasión de hacer algo importante”.
El padre Zollner dijo que es fundamental entender que no bastan las normas: la claridad de los procesos no resolverá mágicamente el problema. La verdadera cuestión es cómo llegar a cambiar actitud. La ayuda puede venir de la escucha directa de las víctimas de los abusos. Una escucha que todos los obispos fueron invitados a escuchar en sus países a las víctimas.
Lo triste que dijo el sacerdote es que aún siente escuchar y no sólo entre la gente de Iglesia, que en sus países no está ocurriendo esto. Lo que significa que no se habla del problema, porque la pedofilia existe en todo el mundo. Desde siempre. Hace parte de la historia humana y continuará.
Además dijo que si nos ilusionamos que este mal termina con algunas normas, para él es es una ilusión muy peligrosa, porque se pensaría que sólo con una ley, con normas de prevención se puede eliminar el mal de una vez por todas. Esto no está en nuestras manos, dijo, es un fenómeno humano que como nos lo dice la historia ha existido siempre y por desgracia seguirá existiendo.
«Lo que tenemos que hacer es comprometernos y hacer todo de manera que no ocurra. Y la motivación principal para comprometernos, incluso de mi propia experiencia, es con el encuentro con las víctimas». Casi todas las víctimas de parte del clero eran muy cercanas a la Iglesia. Estaban en las escuelas, en las parroquias, eran monaguillos, y a muchos de ellos, dijo, se les quitó la fe, la fe en Dios, en la Iglesia, la fe en otras personas. Sobre esto hay que tener conciencia.